Regar. Parece absurdo, y hasta
molesto insistir sobre el eterno tema: regar. Pero es
necesario seguir golpeando en la misma tecla. Es tan
lindo el jardín recién rociado, el olor a la tierra
mojada, que ¿quién resiste a la tentación de dar "una
regadita" por las tardes y sacar luego un cómodo sillón
para gozar del fresco? Pero hay que acordarse que
regamos para las plantas, no para nosotros, y que un
riego superficial, insuficiente, causa más riesgos a
fondo por semana, son útiles; la "regadita" placentera,
es inútil. |