Quitar a los Rosales los chupones que
se hayan desarrollado abajo del injerto, valiéndose de
una tijera o un cuchillo bien afilados, cortando lo más
cerca posible del tallo. Si presentan ataques de oído,
espolvorearlos con azufre, combatir los pulgones con
sulfato de nicotina jabonoso y , si se desea abonar la
tierra de estas plantas, hacerlo con sangre desecada o
con estiércol estacionado. Regar con frecuencia al pie,
sin mojar el follaje. Hacer
acodos de los Rosales trepadores. Un buen sistema
consiste en agrandar el agujero de una maceta de amaño
apropiado, hasta que pase por él una buena rama del año
sin perder hojas. Estas se quitan sólo en la parte que
quedará enterrada, en la que se practicará una muesca en
lengüeta. La maceta se llena con tierra arenosa y
se acuña para que la elasticidad de la rama no la haga
caer. Es necesario regar con cierta frecuencia para
mantener la tierra de la maceta siempre húmeda.
Puntear y abonar con estiércol el
lugar donde se desee plantar las Calas si, por haber
estado más de tres años sin mover, necesitan ser
divididas. Tener presente que estas plantas prefieren un
lugar algo abrigado, luminoso, pero no al sol.
Revisar las Dalias, efectuando
ataduras más altas en los tutores. Para obtener flores
muy grandes, dejar un sólo botón en cada rama.
No descuidar la atención del césped.
Mantenerlo siempre corto, y, si no molesta el feo
aspecto, dejar esparcidos los recortes. Regarlo a fondo.
Combatir sin descanso los yuyos que lo afean y , sobre
todo no dejarlos semillar. Vigilar también la presencia
de insectos dañinos para destruirlos. |