La Televisión Privada
El final de la década del 50 vio
nacer en Córdoba la televisión privada. En 1960
iniciaron sus transmisiones desde Buenos Aires los
canales 9 Cadete y 13 Proartel, con escasos cuatro
meses de diferencia. Surgieron otros en el interior
del país, en especial en Rosario y en Mar del Plata;
en 1961 lo hizo Teleonce y en 1966, Canal 2 de La
Plata.
Se trató de una época de gran expansión del medio
basada en una programación diversificada, en
adelantos técnicos notables que permitieron la
grabación en carreteles de cinta sin cortes, en la
ofensiva publicitaria que deshechó las viejas placas
estáticas y comercializó directamente los segundos
de aire por medio de gerencias comerciales de los
propios canales y en una industria que comenzaba a
crecer a su sombra y a retroalimentar su
funcionamiento: las revistas especializadas (TV
Guía, Canal TV y Antena TV) y
las mediciones de audiencia –rating–. Estas
últimas dan cuenta de que los programas cómicos (Felipe,
Viendo a Biondi, Telecómicos, La
Nena); las telenovelas (El amor tiene cara
de mujer, La Familia Falcón); las
series (El fugitivo, Combate,
Bonanza, Ruta 66 o La caldera del
diablo) y comedias norteamericanas (El show
de Dick Van Dyke, Yo quiero a Lucy,
Los 3 chiflados) se encuentran entre las
preferencias del público.
Crecieron también los productos destinados a
segmentos particulares de la población: los
programas infantiles (Disneylandia,
Lassie, Rin Tin Tin, Titanes en el
ring, Las Aventuras del Capitán Piluso y
Coquito, El flequillo de Balá); los
juveniles (El Club del clan, Escala
musical); los femeninos (Buenas tardes,
mucho gusto; Dr. Cándido Pérez, señoras).
Sin embargo, esta segmentación no descartó los
programas ómnibus del fin de semana (el pionero
Sábados circulares de Pipo Mancera; Sábados
continuados de Héctor Coire; Domingos de mi
ciudad, luego convertido en Feliz Domingo,
un clásico de los estudiantes secundarios) de gran
impacto receptivo.
El 20 de julio de 1969 se cubrió la llegada del
hombre a la luna y en septiembre se inauguró la
primera antena parabólica o estación terrestre (vía
satélite de Balcarce). La década se cerró con la
entrega del "Martín Fierro" por primera vez a la
producción radial y televisiva del interior y con el
éxito de programas, hoy ya clásicos, como Los
Campanelli, Telenoche –conducido por
Mónica Cahen D´Anvers y Andrés Percivale– y
Almorzando con Mirtha Legrand.
En 1972 a partir de la promulgación de la Ley
Nacional de Telecomunicaciones se creó el Comité
Federal de Radiodifusión (COMFER). Dos años después
los canales privados pasaron a manos del Estado
Nacional.
En el transcurso de la década continuó creciendo la
oferta segmentada: musicales para el público joven (Música
en libertad, Alta Tensión) y para un
público mayor (Grandes valores del tango,
Asado con cuentos con Luis Landriscina),
las grandes transmisiones deportivas (las peleas de
box de Monzón y Galíndez y el Mundial 74), los
programas cómicos (La Tuerca,
Hiperhumor, Operación Ja Ja, El
chupete, Porcelandia), los
relacionales de Roberto Galán (Si lo sabe cante
y Yo me quiero casar… ¿y usted?) y los
unitarios de factura dramática entre los que se
destacaba especialmente Cosa Juzgada,
dirigido por David Stivel con uno de los mejores
elencos de la escena nacional.
Las telenovelas por su parte, comenzaron a ocupar la
franja nocturna, horario que hasta el momento les
había sido ajeno. Se sucedieron los grandes éxitos
de Alberto Migré (Rolando Rivas, taxista;
Pobre Diabla; Dos a quererse;
Piel naranja), mientras el público consagraba a
nueva figuras formadas o entrenadas en el medio:
Soledad Silveyra, Claudio García Satur, Beatriz
Taibo, Arturo Puig, María de los Ángeles Medrano,
Claudio Levrino y Arnaldo André, entre otros.
Paralelamente los canales del interior comenzaron a
incorporar las máquinas Ampex, recibiendo la
programación de Capital Federal en diferido y a
veces filmada de la pantalla. La escasa calidad en
la definición de la imagen más allá de los 60
kilómetros de la antena transmisora, llevó a la
creación de los pioneros circuitos cerrados de
televisión en los pequeños pueblos, germen de lo que
luego sería la TV por cable.
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