Primeros Pasos en Manos del
Estado
La televisión en la Argentina se
inicia en 1951, respondiendo a una política estatal
desarrollada por el gobierno de Juan Domingo Perón.
De la mano de Jaime Yankelevich, la primera
transmisión tuvo lugar desde LR 3 Radio Belgrano,
con los mismos locutores que hasta el momento
trabajaban para la emisora. Con una antena instalada
en el Ministerio de Obras Públicas y el discurso de
Eva Perón en los actos centrales de la Plaza de
Mayo, fue inaugurado oficialmente el pionero Canal
7. Pocas fueron las personas que contaban con
aparatos receptores en sus hogares y la novedad fue
compartida en bares, cafés y negocios de Buenos
Aires entre un público que hasta entonces había sido
esencialmente radioescucha. Precisamente, fueron
locutores radiales quienes pronto se convirtieron en
primeras figuras del nuevo medio: Guillermo Brizuela
Méndez, Nelly Trenti, Nelly Prince, Adolfo Salinas,
Pinky (Lidia Elsa Satragno) y Antonio Carrizo.
En el único canal estatal se irían formando
artistas, técnicos, camarógrafos y directores, la
mayoría de ellos provenientes del mundo del
espectáculo que en aquel momento atravesaba su época
de oro: el teatro, con dos funciones diarias, y el
cine, con una cuantiosa producción de títulos. Los
programas se emitían por la noche y en vivo,
modalidad que dio lugar al más frondoso anecdotario
de equivocaciones y obstáculos.
El primer formato de producción nacional fue el
telenoticioso, al que seguirían los musicales y los
programas culinarios con la mítica figura de Petrona
C. de Gandulfo. La grilla televisiva se completaba
con series norteamericanas de media hora de
duración, como Patrulla del camino, El llanero
solitario o Cisco Kid. A partir de
1956, atendiendo a las demandas de un público
predominantemente femenino se pusieron en pantalla
las primeras telenovelas; pionero en el género
resultó el Teleteatro a la hora del té, con
Fernando Heredia y María Aurelia Bisutti.
En la programación general, en tanto, la oferta
comenzó a ampliarse: se impusieron los periodísticos
con figuras como Blackie o Tito Martínez del Box;
las comedias de asunto familiar con Mirtha Legrand,
Ángel Magaña, Jorge Salcedo y Osvaldo Miranda; y los
shows musicales con la presentación de cantantes
solistas. Nuevos nombres ganaron un lugar
indiscutible en el nuevo medio: Augusto Bonardo,
Juan Carlos Thorry, Analía Gadé, Chas de Cruz con su
Diario del cine y hasta el diseñador de
modas Jean Cartier. Al mismo tiempo, la exhibición
de series norteamericanas se extendió a una hora de
duración y así se impuso en la Argentina el mítico
lejano Oeste con Cheyene, Cuero Crudo y Caravana.
Los aparatos receptores de la década inicialmente
habían sido importados hasta que comenzó la
producción nacional; la normativa, en tanto, dio
cuenta de los cambios generados por el nuevo medio
al sancionarse en 1957 el Decreto/Ley que establecía
el carácter individual de las licencias.
En 1959 diez cronistas de radio y televisión
fundaron la Asociación de Periodistas de la
Televisión y Radiofonía Argentinas (APTRA) en la
sede de Argentores, bajo la presidencia de Manuel
Ferradás Campos. A fin de año se realizó la entrega
del primer premio: “El gaucho”, una escultura de
Perlotti. Entre los ganadores se destacó Narciso
Ibáñez Menta, primer actor y director del ciclo
Obras Maestras del Terror. Al año siguiente, ya
bautizada la estatuilla con el nombre de “Martín
Fierro”, APTRA distinguió a Tato Bores, un actor
clásico del humor político que mantendría su
vigencia hasta los 90, con interrupciones impuestas
por la censura de distintos gobiernos.
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