Los Años Recientes
La década del 90 produjo otros
cambios. Se liberaron señales y frecuencias y los
canales de aire regresaron a manos privadas.
Paralelamente surgieron poderosos grupos multimedia
que comenzaron a concentrar en una sola empresa
distintos medios de comunicación.
Por otra parte, la instrumentación del zapping
por parte del espectador generó también desde la
propia TV una retórica más audaz e impactante, en
muchos casos de marcado tinte sensacionalista, a fin
de mantener al público cautivo. Indirectamente se
vio afectada la programación de materiales fílmicos,
que ganó en actualidad, aunque no siempre en
calidad. Las viejas figuras dieron paso a los
jóvenes de entonces (Pergolini, Tinelli, Suar, Cris
Morena), aunque se mantuvieron algunas de larga data
como Mirta Legrand o Susana Giménez, repitiendo
fórmulas de éxito seguro. El videocable permitió la
llegada de series originales sin doblaje (Friends,
Seinfield, La niñera, Código X).
Los programas infantiles también tuvieron en
productos importados sus principales referentes (El
show de Xuxa, Los Simpson) y
proliferaron dibujos animados protagonizados por
monstruos y criaturas extrañas. El deporte pasó a
ocupar un rol destacado, con canales de dedicación
temática completa.
Hoy resulta difícil predecir el rumbo que tendrá la
televisión en los próximos diez o veinte años, sobre
todo a partir de la incorporación de las nuevas
tecnologías al espacio audiovisual. No obstante,
pueden señalarse algunas tendencias actuales que
seguramente habrán de mantenerse. Entre ellas: la
auto–referencialidad con que se nutre a diario a
partir de la disposición inmediata de materiales de
archivo; el encubrimiento del carácter ficcional del
reality presentado como verdad, basado
–entre otras cosas– en el uso de múltiples cámaras o
micrófonos; la supuesta interacción con el público a
través de telefonía celular o Internet y hasta la
delegación de aspectos de producción a bajo costo,
depositados en usuarios ansiosos de protagonismo.
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