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Familia, Fútbol, Tango
Hacia 1940 la radiofonía argentina ya
había alcanzado un importante desarrollo económico y
un impacto comunicativo incomparable. La campaña
electoral de 1946 tuvo a la radio como escenario de
difusión de las ideas políticas, convirtiéndose en
herramienta de propaganda y de construcción de la
opinión pública, no siempre bien vista por todos.
El radioteatro continuaba ganando adeptos, en
especial por parte del público femenino que seguía
fielmente las voces y peripecias sentimentales de
Oscar Casco, Hilda Bernard, Susy Kent, Rosa Rosen,
Eduardo Rudy, Jorge Salcedo o Julia Sandoval, con
guiones de Abel Santa Cruz, Nené Cascallar y María
del Carmen Martínez Paiva.
En 1940 debuta Niní Marshall con Cándida y Catita,
iniciadoras de una extensa lista de personajes que
se tornarían inolvidables. Tres años más tarde la
Dirección Nacional de Radiodifusión prohibirá sus
actuaciones por considerar que “tergiversaban el
correcto idioma”. Niní volverá a la radio en 1954.
A propósito del humor, en 1944 salía al aire por
primera vez Felipe, el célebre personaje de Luis
Sandrini, que tendría una vigencia ininterrumpida de
veintitrés años, secundado por Juan Carlos Thorry,
Tincho Zabala o Magacha Gutiérrez, entre otros.
Diversas figuras protagonistas de la risa fueron
también Pepe Arias, el dúo Buono–Striano, Juan
Carlos Mareco (a) Pinocho y Pepe Iglesias
(a) El Zorro.
Los programas musicales continuaron siendo un número
fuerte, aunque volcados por entonces hacia géneros
más populares que la música clásica. Las orquestas
típicas, las de jazz, los solistas de moda y hasta
el recitador eran los ingredientes esenciales de un
buen show radiofónico. Son además años de
crecimiento del folklore. Antonio Tormo, que en 1937
integraba La tropilla de Huachi Pampa,
imponía el gusto mayoritario en su programa El
Fogón de los Arrieros.
Enrique Santos Discépolo, en tanto, con su personaje
Mordisquito se convertía en un emblema
incuestionable de la época, a través del diálogo
imaginario con ese personaje que no reconocía las
conquistas sociales del peronismo. El ciclo, de gran
éxito, se vio interrumpido con la muerte del autor
ya concluida esta década en la que el Estado
Nacional había recuperado todas las licencias de
manos privadas y extendido la creación de nuevas
emisoras en el interior del país.
Los años 50 corrieron paralelos al nacimiento de la
TV, que sería con el andar del tiempo y antes de
conformar cada medio su público, su principal
competidora. Así fue como Radio Belgrano pasó a ser
LR3 Radio Belgrano Televisión.
La muerte de Evita dejó testimonios en la
radiodifusión. Durante los 16 días siguientes no se
escuchó más que música sacra y se impuso la
costumbre de evocar la hora del deceso con la
expresión: "Son las 20.25, hora en que Eva Perón
pasó a la inmortalidad."
En octubre de 1953 el Parlamento promulgó la Ley
14.241, la primera en el campo de la radiodifusión
sancionada con el Congreso en funcionamiento.
Esta década centró su atención en la programación
familiar. Los Pérez García será uno de los
productos de mayor audiencia del horario nocturno y
conservará ese lugar de prestigio durante muchos
años. La clase media argentina aprendió así a “ver”
sus propios conflictos cotidianos a través de la
radio y le entregó su fidelidad. La audición de
Jabón Federal por Radio Belgrano, se centró
también en esta franja de público, alcanzando el
primer lugar en la preferencia de los oyentes.
La música de entonces se focalizó en el folklore
(con propuestas como El Rancho 'e la Cambicha)
y fundamentalmente en el tango, que consagraba a
intérpretes populares como Alberto Castillo.
Alejandro Romay, por su parte, animaba Lluvia de
estrellas, el que a su vez competía con Una
cita con el tango y Mundo de tango.
Los programas cómicos, que ya habían consolidado un
camino en décadas anteriores, se impusieron con
holgura. Son los años de Los cinco grandes del
buen humor (con Rafael Pato Carret,
Jorge Luz, Juan Carlos Cambón, Zelmar Gueñol y
Guillermo Rico), de La Revista Dislocada de
Delfor Discasolo y Aldo Cammarota en Radio Argentina
(el primer programa donde la publicidad se integraba
al clima risueño y chispeante de la audición).
El radioteatro, en tanto, pugnaba por conservar su
audiencia femenina, que comenzaba a serle disputada
por la televisión. A los nombres de los guionistas
de la década anterior, se sumaron los de Alberto
Migré, Celia Alcántara y Alma Bressán.
El deporte sumó también nuevas voces y estilos:
Fioravanti, el campechano Lalo Pelliciari y Luis
Elías Sojit con su programa de automovilismo:
Coche a la vista.
La modificación tecnológica más importante se sitúa
en 1956, con la llegada a la Argentina de las
primeras radios portátiles a transistores, hecho que
volvería a modificar las condiciones de escucha. Así
el aparato receptor se desplazaría con el oyente,
fortaleciendo las condiciones de fidelidad, ya sea a
una emisora o a una voz en particular.
A partir de 1957, con la nueva reglamentación de la
radiodifusión, el medio entró en un terreno
complejo. La censura y el cuidado de los contenidos
en los programas se convirtieron en una práctica
frecuente.
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Información
seleccionada de
http://www.argentina.gov.ar |
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