El retorno democrático puso fin a la
censura y el INC fue presidido por un hombre de
cine: Manuel Antín. Desde allí se generó el retorno
de los postergados y el surgimiento de los nuevos.
María Luisa Bemberg logró una candidatura al
Oscar (Camila), galardón que
finalmente obtuvo Luis Puenzo con La Historia
Oficial. "Pino" Solanas retornó al país (Tango:
El exilio de Gardel) y surgieron Eliseo Subiela
(Hombre Mirando al Sudeste) y Miguel
Pereira (La Deuda Interna), entre otros.
Todos ellos ganaron premios internacionales y fueron
elogiados por la crítica y el público en varias
partes del mundo.
En 1995, con la sanción de la nueva Ley de Cine
que obliga al video y a la televisión a aportar
dinero para financiar películas argentinas y
establece los regímenes de coproducción
internacional, la filmografía argentina tomó un
nuevo impulso. Surgió entonces una nueva generación
de creadores que renovaron, estética y
argumentalmente, nuestro cine. Entre ellos podemos
citar a Fabián Bielinsky (Nueve Reinas),
Lucrecia Martel (La Ciénaga), Pablo Trapero
(Mundo Grúa) y Juan José Campanella (El
Hijo de la Novia). Esta camada obtuvo múltiples
premios y reconocimientos e hizo del séptimo arte
una nueva puerta de entrada a nuestro país.
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