Período Independiente
Primera mitad del siglo
XIX
A principios del siglo XIX, a
instancias de Manuel Belgrano, se creó una
efímera Academia de Dibujo que propiciaba la
enseñanza de aspectos no sólo estéticos sino
morales. Bajo la influencia de la
Ilustración, la temática religiosa dio paso
a las escenas de costumbres y Francia se
convirtió en modelo artístico a emular, como
forma de contrarrestar la influencia hispánica.
En 1815 Fray Francisco de Paula Castañeda
inauguró otra Academia de Dibujo, que en 1821
pasó a formar parte de la Universidad de Buenos
Aires. Instituciones similares se abrieron
también en Mendoza y Santa Fe. Durante la
presidencia de Rivadavia fueron convocados
profesionales europeos que adscribían a
criterios artísticos del Neoclacisismo
aún imperante. Tras su caída se afianzó el
Romanticismo, que buscaba en el pasado la
esencia de un país en formación. Este movimiento
derivó en un pintoresquismo extremo, con el
acento puesto en retratos y paisajes. Los
artistas locales encontraron una fuente de
formación en pintores extranjeros como Carlos
Enrique Pellegrini y Cayetano Descalzi, o en
viajeros que apuntaban al exotismo y trabajaban
por encargo, como Emeric Essex Vidal y Raymond
Quinsac de Monvoisin. También en este período se
destacaron los litografistas Jean Douville y
César Baclé. Todos ellos hicieron conocer el
paisaje y los tipos humanos de nuestra tierra en
el viejo continente.
Segunda mitad del siglo
XIX
Los primeros pintores
formados en la Argentina
fueron Carlos Morel y Fernando García del
Molino, quienes se enrolaron en un romanticismo
ingenuo de cuño local, de corte costumbrista. Se
destacó en este período Prilidiano Pueyrredón,
otro romántico acrítico y naturalista, dúctil
retratista de las figuras de la sociedad porteña
y sus costumbres. Le siguieron Juan Manuel
Blanes, un riguroso historicista, y Cándido
López, quien reflejó con particular estilo la
guerra del Paraguay.
Entre fines de 1871 y comienzos de 1872 se
realizó en Córdoba la primera muestra de arte en
la Argentina, como apéndice de la Exposición
Nacional dedicada a producciones agrarias e
industriales, donde fueron laureados el cordobés
Genaro Pérez y el porteño Martín Boneo. Años más
tarde, el gobierno nacional comenzó a estimular
a los jóvenes con becas de perfección en Europa,
mientras se fundaban centros de enseñanza que
fueron creando condiciones para el incremento de
la actividad artística y la conformación de un
público interesado. Por iniciativa privada se
fundaron la Sociedad Estímulo de Bellas
Artes (1876) y el Ateneo (1892) y
desde la esfera estatal se creó el Museo
Nacional de Bellas Artes (1895). La obra de
Eduardo Sívori (considerado el introductor de
naturalismo en el país), Eduardo Schiaffino,
Ernesto de la Cárcova y Reinaldo Giudici, todos
ellos de gran capacidad técnica, permite
contemplar un arco de temas, desde el
historicismo al verismo o el costumbrismo
moralizante.
En el campo de la escultura
fueron consagrados los nombres de Francisco
Cafferata, Lucio Correa Morales y Lola Mora,
quienes desarrollaron una interesante labor en
el campo de la estatuaria monumental, línea
estética en la que después adquirirían
relevancia Rogelio Yrurtia y Pedro Zonza Briano.
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