El Tango
A partir de 1880, con la
incorporación de corrientes de inmigrantes, nuestra
música se enriquece. Con su contribución, en los
suburbios de Buenos Aires se fue modelando el tango
en arrabales y prostíbulos. En tiempos iniciales se
interpretaba con violín, guitarra y flauta, pero
hacia 1900 ésta fue reemplazada por el bandoneón,
traído por los inmigrantes alemanes.
La danza fue un elemento esencial para la difusión
del género y se desarrolló sobre dos vertientes: la
de ritmo alegre, veloz y vivaz; y la triste,
sentimental y reconcentrada. En esta segunda etapa
cobró importancia la letra, a la que daba su
impronta personal cada cantante. Entre los más
destacados brilló Carlos Gardel, el “zorzal
criollo”, incuestionable divulgador del tango.
En la década del 40, con el aporte de músicos y
poetas provenientes del interior, los solistas
recurrieron a temas evocativos, familiares, amorosos
o testimoniales.
La radiofonía y el cine nacionales contribuyeron
notablemente a llevar al tango a un período de
esplendor hasta iniciados los años 50, con letristas,
cantantes y músicos de la talla de Osvaldo Pugliese,
Francisco Canaro, Enrique Cadícamo, Aníbal Troilo,
Horacio Salgán, Homero Manzi, Edmundo Rivero y los
hermanos Virgilio y Homero Expósito.
Entre los años 60 y 70, las preferencias populares
se orientaron hacia otros géneros. Sin embargo, el
tango conoció un momento de especial fecundidad con
variantes modernas como las del Sexteto Mayor, el
Cuarteto de Colángelo y especialmente con Astor
Piazzolla.
Las especies más tradicionales se conservarán,
aunque renovadas con el aporte de personales
intérpretes como Julio Sosa y Roberto Goyeneche.
Actualmente el género ha despertado el interés de
las generaciones más jóvenes y han surgido
compositores que cultivan incluso, el tango
electrónico.
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desarrollado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires.
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