Música Académica
Con la conquista española se produjo
el ingreso de los primeros instrumentos musicales
europeos, mientras que en el período colonial la
actividad musical se tornó más intensa, merced a la
intervención de las órdenes religiosas.
A comienzos del siglo XVIII se propició la enseñanza
y se intensificó el aporte del viejo continente a
través de la visita de músicos y de la importación
de partituras y libros de música. En 1757 se
construyó en Buenos Aires el primer teatro de óperas
y comedias y en 1783 se inauguró el Teatro de la
Ranchería.
Con el movimiento emancipador de Mayo, se renovó la
canción patriótica, destacándose figuras como Blas
Parera, Luis Ambrosio Morante o José Picazarri.
A ellos le siguieron los denominados precursores,
primeros compositores nacidos en suelo argentino:
Juan Pedro Esnaola, Amancio Alcorta y Juan Baustista
Alberdi. No se trataba de profesionales sino de
aficionados, que alternaban su vocación musical con
otras actividades. Los géneros en boga eran la
música de salón, concebida para la danza, y la
canción; al igual que en Europa, la música de cámara
formaba parte de la vida cotidiana.
La generación siguiente incluyó a músicos ya
profesionales: son los nacidos entre 1860 y 1875,
entre cuyos representantes más notables figuran
Alberto Williams, Julián Aguirre y Arturo Berutti.
A esta generación le sigue un conjunto destacado de
músicos nacidos entre 1875 a 1890, que estudiaron en
Europa y al regresar desarrollaron su actividad como
creadores, docentes, fundadores de institutos o
directores de sociedades musicales. Su formación los
llevó a incursionar en todos los géneros y a adoptar
una actitud más conciente ante la recolección
folklórica. Entre ellos se destacan Felipe Boero,
Ernesto Drangosch, Floro Ugarte y Carlos López
Buchardo, director–fundador en 1924 del
Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico que
hoy lleva su nombre.
A partir de fines de la década del 20 se produjo la
irrupción de lenguajes neoclásicos en la música
culta argentina, lo que significó la primera
aparición de una vanguardia que cambió el rumbo de
la generación anterior.
La producción argentina en las décadas del 40 y del
50 estuvo a cargo de los primeros egresados del
Conservatorio Nacional y en este escenario, dos
músicos representaron las dos tendencias en pugna:
Alberto Ginastera y Carlos Guastavino.
Los comienzos de la década del 60 generan cambios
experimentales de relevancia y destacan Alicia
Terzian, Guillermo Graetzer y Roberto García
Morillo.
En la actualidad, los creadores argentinos que no
desdeñan la exploración instrumental, la
electroacústica, y la apropiación de nuevas
tecnologías, consolidan una trayectoria musical que
prestigia al país. Por citar sólo algunos: Oscar Di
Lisia, Carlos Carmona, Gabriel Senanes o Ricardo de
Armas.
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