Corta tiras de diario de unos 2,5
centímetros de ancho y mójalas hasta que estén húmedas.
Mete las tiras en la caja (puedes poner
todas las que quieras).
Añade un puñado de tierra.
Mézclalo todo
Mete las lombrices en la caja. Para
empezar, hasta con medio kilo aproximadamente, es decir,
alrededor de un millar. (No te confundas: no se trata de
gusanos de seda, sino de lombrices de tierra
californianas).
Corta un trozo rectangular de
una bolsa de basura, algo más pequeño que el interior de
la caja, y que servirá para taparla.
Por el rectángulo de plástico encima
del lecho de diarios de la caja. Así se conservará la
humedad y las lombrices estarán protegidos del exceso de
luz. Procura que el plástico no tape completamente la
caja; las lombrices necesitan aire para respirar.
Una vez preparada la caja, empieza a
echar restos de comida.
Levanta el plástico, echa las sobras y
cúbrelas con 4-6 centímetros de diario. Vuelve a poner
el plástico en su sitio.
Puedes echar cualquier clase de
desechos vegetales (hollejos y gajos de uva, lechuga,
restos de apio y cosas por el estilo) y todo lo que
quede en la mesa (espaguetis, migas de pan), pero no
pongas nunca carne o huesos (eso dáselo a los perros)
porque pueden dar mal olor y a las lombrices les resulta
muy difícil comerlos.
Desmenuza los trozos de cebolla y
cosas gruesas como los troncos de brócoli.
La primera vez que pongas comida, echa
sólo unos cuantos puñados. Después, deja que la caja
repose una semana más o menos antes de echar más. Es
para que las lombrices se adapten a su nuevo ambiente.
Aumenta poco a poco la cantidad de
comida que les das. Hacia la sexta semana, estarás
dándoles ya unos dos kilos de comida semanales.
Al cabo de varios meses la basura se
habrá convertido en un excelente abono. Utilízalo para
alimentar tus plantas o para esparcirlo por el jardín. |