Los primeros pobladores del
actual territorio argentino fueron indígenas
quienes, congregados en diversas tribus,
desarrollaron sus respectivas culturas en grado
diverso.
En el siglo XVI, se produce el arribo
de los conquistadores españoles, quienes traen
consigo sus costumbres y valores propios,
generándose un encuentro cultural de dimensiones
perdurables, no exento de dolor en muchos casos
y de cooperación en otros. Desde el punto de
vista poblacional, dicho encuentro dio lugar al
mestizaje de blancos e indios, al que se sumaría
en grado menor, el aporte de habitantes negros
traídos desde África o desde el Brasil en
calidad de esclavos, particularmente en la zona
del Río de la Plata. Mestizos, mulatos y zambos
han de sentar así la conformación de la
población criolla.
En la segunda mitad del siglo XIX y la
primera del XX, se produjo el arribo de un
importantísimo caudal inmigratorio de origen
predominantemente europeo, que constituye otro
pilar fundamental a la hora de definir la
esencia de la argentinidad, como producto de un
verdadero “crisol de razas”.